¿Y tú quien eres?

sábado, 23 de junio de 2007

Un par de imágenes valen más que mil jaladas







Un placer para la hormona: Eugen Bauder

































Estos días no tengo ninguna cosa divertida para contar (vengo llegando de un viaje muy aburrido a Las Vegas), así que les voy a compartir las fotos de un delicioso modelo, que según dicen nació en Kazakastán o alguna de esas antiguas naciones entre Oriente y Occidente. Tiene una página oficial en
http://www.eugen-bauder.com/, pero si quieren ver más, busquen su nombre en Google y en imágenes. Tiene ese aire cachondo de los chavos a los que les gusta, así que no hay que perder las esperanzas.
Tiene una boca deliciosa, muy carnosa, y un abdomen delicioso. Además, con ese aire de adolescente. Miren en la foto del calzón, su mano, sus vellos, todo es excitante. Para verlas mejor, denle clic sobre la foto que escojan.

viernes, 22 de junio de 2007

Y tú, ¿qué sientes?

No me puedo quejar. Con un día en junio en el que tuvimos más de 100 visitas, este modesto sitio ya recibió más de 2,100 internautras, aunque unas cien deben ser las que yo mismo utilizo para el seguimiento y para ver como quedan las entradas (es que cuando las escribes el formato no es el mismo de la publicación). El número verdadero pueden checarlo dando clic donde dice contador. En fin, nada especial considerando que hay páginas con decenas de miles al día.
Tú, ¿cómo te sientes? o ¿y tú qué sientes? Este fin de semana me hicieron esas preguntas en un viaje a Las Vegas, y aquí se las dejo para que empiecen a reflexionar. Prometo hacer lo mismo.

sábado, 9 de junio de 2007

Volví a las andadas

La verdad es que me sirvió dormir la siesta una hora, como a las 5 de la tarde, porque estuve en el cuarto oscuro hasta casi las cuatro de la mañana. Parado y sin parar, si se permite la sutileza. No había mucha gente, la suficiente, así que estuvo mejor. Creo que me llevé a la boca como 10, algunas bien gordas, de esas que temes que te quieran meter. "No, gracias; me encantaría pero está muy grande". Una mediana pero de acero la estuve paladeando, sin exagerar, como 20 minutos, pero aunque se la pedí no me la quizo dar. En fin. Como a las 3, me fui al fondo para el último vistazo. Estaban unos seis o siete ya descamisados, muy en confianza, y un chavo bastante bien me tomó de la mano y me llevó al oscuro, donde había un par más que se pusieron a tocarme también. Me la empezó a mamar y sentí que estaba buscando en mis pantalones, arrugados allá abajo. No me sorprendió y me dije, bueno, deja que se clave los cincuenta pesos (era lo único que tenía encima, lo demás en la chamarra, en el guardarropas). Pero el tontito no pudo y me impacienté. En un segundo pensamiento lo aparté y le dije en voz alta, ya, basta. Y me volví con los otros dos, que me recibieron a gusto. Así que seguí mamando y recibiendo un dedo delicioso en mi culito. Me vine a chorros.

martes, 5 de junio de 2007

Nueva York es una fiesta


Estuve cuatro días en Nueva York, y sigo creyendo que es una ciudad hermosa, segura, sofisticada, inteligente y sensual. Pasé casi todo el tiempo en Downtown, pero bien abajo, en Battery Park, por el rumbo del WTC y la estación Chambers del metro. Caminé varias veces la Broadway, Wall St. y el toro de bronce de Fernando Botero. Fui con mi sobrino a pasear por Chelsea, sobre todo la avenida 8 alrededor de la 14 y hasta la 25. Es un lugar muy animado ahora que el tiempo está caliente y los días son largos. Muchos chavos y señores guapos hasta el dolor, cachondos, en bermudas y camisetas, con ese aire ligero y deshinibido que es característico. No digo que sean fáciles ni accesibles, porque en realidad muchos se creen hechos a mano y ni siquiera te miran. Pero si eres como ellos, seguro que te diviertes. Esto, claro, reconociendo que la gente también allí tienen problemas, están solos, compiten hasta por el aire, y están sometidos a un enorme estres social, económico y cultural. Un departamento de una recámara en la isla cuesta arriba de dos mil dólares por mes. Mi única actividad lúbrica fue una visita al West Side Club, en el 27 de la calle 20, entre la 6 y la 7, segundo piso. Es un lugar muy agradable para andar desnudo (15 dólares por una membresía temporal de 5 entradas y 20 más por el cuartito, total, 35 us; el locker creo que cuesta 18 dólares pero te obliga a caminar todo el tiempo.), con largos pasillos a oscuras donde se alinean unos ¿serán 80, 100? pequeños cuartos con una cama y una lámpara. Hay baños y regaderas, pero no vapor ni sauna. El truco es conocido: unos ponen la luz baja, dejan la puerta entreabierta y se echan en cueros como odaliscas, de frente o de espaldas, poéticos o cachondos, y los otros caminan de aquí para allá viendo si algo les hace clic. En ese caso se acercan, dicen una frase, se insinuan para ver mejor y, si son aceptados, se meten discretamente y cierran la puerta. Y a lo que sea que hayan ido. Esta vez fui en viernes, como a las 3 de la tarde, y la verdad es que no había mucha gente, quizá unos 10 o 15 señores, más bien grandes, algunos bien canosos, un par de negros afroamericanos (negro no está dicho aquí con intención despectiva sino al contrario, como promesa de sensualidad y de una verga de fotografía).
Caminé unas cuantas veces, pero como mi inglés no es muy bueno para estos diálogos cortos e insinuantes, preferí lo de las odaliscas. Por momentos me daba un poco de risa y pena, estar ahí bobeando, desnujdo, a la espera de que alguien pase, mire, le guste algo y quiera entrar a mamarme la verga o dármela para ídem. Como una chica de Amsterdam, sin ir muy lejos. Me la estuve jalando distraidamente un buen rato, y en algún momento se asomó un señor de color como de 40, y sin que mediara palabra entró, cerró la puerta, se quitó la toalla y se echó junto a mí. Nos cachondeamos como 20 minutos hasta que se vino en mis brazos, pero no llegamos a mayores. Tenía una buena herramienta, con todo. Me dijo que era del Caribe, de las islas, y hablaba un inglés con acento británico. Un tipo agradable al que ni siquiera le pregunté su nombre. O sea, hay que ir más de noche, y los fines de semana, y quedarse unas tres o cuatro horas para que valga la pena. pero para mí no había otras opciones, y la verdad quería conocer y distraerme más que coger. Pero ya estoy aquí de regreso, para lo que se ofrezca.