¿Y tú quien eres?

sábado, 7 de febrero de 2009

Y la Anáhuac, apa?

No voy a decir nada específico, ni el nombre de este sacerdote, pero después de las noticias de estos días, y el escándalo, podemos confirmar y estar tranquilos: no estamos haciendo nada equivocado cuando nos gustan los chavos y las chavas. No es un pecado, no es un delirio, no es algo por lo que debamos sentirnos mal, culpables o menospreciados. Es parte de la vida y qué bueno que, como aquí lo proponemos siempre, tratemos de ser auténticos y no vivir en el clóset de una manera oscura y triste. Digo, hay formas mejores y peores de hacer las cosas, pero en el fondo no era más que un bisexual maduro. Como nosotros. No era más que uno de nosotros, y ni siquiera mejor o más digno. Bienvenido al club.

martes, 3 de febrero de 2009

Perdón por haberme desaparecido tanto tiempo

Estuve ausente, lo confieso, de estas páginas, pero tengo justificación. Recibí algunos cariñosos regaños de amigos y seguidores de esta pequeña aventura literaria, este un poco aburrido testimonial de un bisexual maduro, casado, que trabaja y está ocupado, y que encima ha tenido en últimos días muchos malos momentos. Para que no piensen que me paso la vida como en las películas xxx, metiéndole mano a los calzoncillos de otros señores igual de desocupados.

No me digan que no: mi mujer empezó el año con una bronquitis tamaño diablo, y como ya de por sí está mala (tiene diagnosticada la EPOC, es decir la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, equivalente al enfisema), todo se vino abajo. Ella fumó una cajetilla de cigarrillos al día o un poco menos, durante más de 30 años, así que tiene sus pulmones hechos pomada. Andaba más o menos bien, pero ahora, con el invierno, cualquier infección bacteriana la tira al carajo. De vuelta con los inhaladores, antibióticos inyectados, cortisona y el Altruline para combatir sus estados de ánimo.

Muchas medicinas pero sobre todo mucha atención. Se cansa con los menores esfuerzos --no puede caminar una cuadra y tiene que detenerse a recuperar el aire--, así que mis responsabilidades domésticas han aumentado, y también el tiempo que le debo dedicar. Perdón, guapos amantes jóvenes y maduros que andan esperando por mí, todavía no estoy listo.

Además, en una concesionaria de Ford, donde llevé al servicio la camioneta, me robaron mi tarjeta de crédito BBVA Bancomer y le cargaron como 600 dólares de gastos, así que tuve que cancelarla, hacer papelería para reclamar al banco, activar otra cuenta, etc. Un fastidio, porque el banco, que es muy bueno para cobrar por lo que no hace bien, ahora que lo necesito se hace de la vista gorda. Con decir que ellos me dieron unos folios de reclamación y ahora tengo que mandarles por fax, una carta reclamación citando esos mismos números. Es de locos. Ellos me los dan pero no los toman por buenos hasta que reciban una carta vía fax, y una copia de mi identificación oficial. Ya mandé los papeles dos veces, y parece que no los localizan. que hable el miércoles. Putos.

Además, estos días tendré que renovar mi licencia de conducir, mi pasaporte, y también pagar los impuestos y prediales que se cargan los primeros meses del año. Como apenas empiezo a trabajar, ando limitado de efectivo y mis clientes están más interesados en ver por sus empleos que por el mío. O sea que no me atienden mucho y empiezo a preocuparme. Todavía no he entendido si la famosa crisis me va a afectar mucho o poco, pero es el tema diario y lo único que veo claro es que todos se han vuelto conservadores y no quieren ni gastar ni invertir ni arriesgarse a tomar ninguna decisión. La parálisis de los temerosos.

No los quiero abrumar, pero después de tanto chico guapo, coger y pasarla bien, me parece bien escribir, de vez en cuando, cosas de la vida real. Hace poco me escribió por el correo un lector, un hombre de unos 40 años, quizá un profesor o un intelectual, pidiéndome orientación sobre lugares y cuartos oscuros. Lo que me llamó la atención fue que me dijera que ahi donde él vive no hay mucho ambiente para las prácticas sexuales, y que no se anima mucho o no se expone porque tiene pena o quizá temor de ser reconocido; en fin, que anda tristeando por su propia libertad. Conozco ese sentimiento, y aunque muchos lo superamos, y nos sentimos libres y hacemos nuestro deseo, también hay quienes son más tímidos, tienen menos recursos, menos iniciativa. Le expliqué lo que me preguntó, le di ánimos, y le dije que una vez que se meta en un lugar como la Casita, o un baño Finisterre o Mina, hay que olvidarse de todo, perder el miedo o la timidez, asumir que todos ahí están por lo mismo, y dejarse llevar por la búsqueda del placer, o por lo que cada quien crea que anda buscando.

Estoy conciente de que la vida no es sólo diversión, éxito, dinero fácil y mucho tiempo libre. Ahora yo estoy aislado, en casa, cuidando a mi chava en sus malos momentos, con poca liquidez y casi ninguna oportunidad de irme a reventar. Lo hice la vez pasada, una hora sola, en las cabinas de PeriCentro, por donde hasta hace poco estaba el Toreo de Cuatrocaminos. No fue gran cosa, nomás fui a conocer, otro día les cuento los detalles. Quizá haya buen ambiente porque son dos negocios de cabinas y un cine porno, pero no me pude quedar y sólo vi el potencial.

Bueno, dicho lo cual, me siento un poco más liberado de las presiones. Al fin de cuentas, muy pocos de ustedes me conocen y por lo mismo les puedo contar libremente lo que me está pasando. Esto también es el mundo del bisexual maduro. No es una cosa sencilla, no es una película porno, no es leyenda o poesía. Esto es la vida real. Fantaseo con mis noches de orgía, algunas recientes, otras antiguas, y me ayudan a dormirme (también ayuda un Tranxene 5 mg, que tomo cuando estoy demasiado estresado).

Le dije lo mismo a este hombre que escribió. Que se esfuerce por tener algunas buenas experiencias, fuertes, impactantes o arriesgadas a su gusto, para que le sirvan de aliento y consuelo cuando esté solo, con su familia, en contextos donde no se puede expresar como bisexual o como lo que sea. A mí me ayudan mucho esos recuerdos, las escenas de orgía de mi juventud (y tengo recuerdos muy vívidos de algunas de ellas). No es que me pase el día haciéndome puñetas, pero sin duda ayudan mucho y uno no se siente ni tan solo ni tan maduro.

No se preocupen por mí, no estoy mal. Nomás estoy un poco cansado y un poco agobiado. Ya vendrán tiempos mejores. Pero espero que todo esto les sirva de ayuda, o les haga valorar mejor los buenos momentos que están pasando. Les deseo todo lo bueno, digo, buenos chicos, buenas vergas, buenas caricias.