Después de varios meses de no verla pasamos toda la noche juntos en el hotelito de siempre. Y valió la pena la espera porque cogimos y nos divertimos. Fue una noche larga, larga. La recibí con una botella de vino, así que le estuvimos dando desde temprano. Y luego, la segunda sorpresa fue que llevé Nutella, que para los fuereños es un dulce cremoso de chocolate y avellanas, una cosa deliciosa que te puedes untar sobre el cuerpo. Eso hicimos, claro, así que fue embarrarse y chuparse una y otra vez. Se nos volcó un vaso de vino en las sábanas, y todo quedó embarrado de dulce. Y para entretenernos, le compré y estrené un juguetito vibrador no muy grueso. Era de plástico transparente, nada hostil, y la verdad, le encantó y se entretuvo muchísimo con él. Le pedí que lo usara mientras me masturbaba sobre ella y nos vinimos juntos, yo a mano y ella con esa cosa, a los gritos.
Fue un gran reencuentro y aunque ambos estábamos un poco descolocados por el tiempo y la historia, la pasamos muy bien hasta la mañana. A mí me daba un poco de tensión, porque hacía meses que no me escapaba toda la noche de mi casa y mi familia. Salí de casa, adios, adios, vuelvo tarde, no me esperen... pero yo sabía que no iba a regresar. En fin, perdí un poco la práctica de escaparme sin penas, así que tengo que volver a practicar. jaja.
Ella sigue sin querer soltarme la colita, y la verdad es que tiene unas nalgas preciosas. Es una gran promesa y tengo que trabajar sobre el asunto. Estoy seguro que ella quiere y tiene fantasías, pero es cuestión de vencer la pena y alguna idea que tiene atravesada en el tema del dolor. Y quizá tiene razón: cuando ve mi cabezota la neurona esfinteriana se debe poner en alerta máxima.
El asunto es que esta noche nos la pasamos coge y coge, y en la mañana todavía alcance a metérsela un ratito para que se fuera húmeda. Eah, los de Durex, ya vuelvan a fabricar condones para reponer (es que prometimos repetir).
No hay comentarios:
Publicar un comentario