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viernes, 29 de febrero de 2008

Cuando uno gana, otros tienen que perder

Un desastre el asunto de las leyes antitabaco en México. No dudo que será muy bueno para la salud de la gente, que los no fumadores no tendrán que oler el humo ajeno, y que habrá menos estímulos materiales (o por lo menos fumar será más difícil e incómodo) para los jóvenes. Supongo que aun los fumadores se beneficiarán, porque fumarán menos, vivirán más sanos y morirán más viejos y de otras nuevas enfermedades. Ahora mueren de enfisema y cáncer de pulmón a los 70 años, en el futuro morirán de diabetes o de tumores de esófago, a los 80. Yo no sé si las autoridades del seguro social entienden que cuanto más edad tenga la gente, más le costaremos en términos de pensiones y servicios médicos. Pero allá ellos.

Yo tengo mis dudas sobre el motivo por el que estas prohibiciones tan extremas fueron aprobadas tan rápido y tan sin discusiones. En mi opinión, aquí triunfó Pfizer, que hace unos meses donó 33 millones de dólares a varias organizaciones civiles antitabaco, y perdieron los del lobby tabacalero (busquen en google pfizer+antitabaco, por ejemplo). Así de simple. Sepan que Pfizer tiene un medicamento contra el tabaco, un tratamiento, que es caro y no está funcionando bien en materia de ventas. Pero con estas prohibiciones, 20 millones de personas fumadoras podrían ser sus clientes en los próximos años. Vean este texto publicado en El País, que es bastante sugestivo.

En fin, ¿cómo es un bar o un antro donde no se puede fumar siquiera un cigarrillo? No sé si tendremos que salirnos a la calle como en Estados Unidos, o cómo le vamos a hacer. De una vez hubieran prohibido el alcohol, así todo mundo se iba a dormir temprano para ir el domingo a misa de 8.

Sé, creo que todos lo sabemos, que esto no es una decisión auténtica, una medida inspirada en el bien social, que tiene en cuenta a los fumadores, a los no fumadores, a las instituciones de salud, a los restaurantes y lugares de diversión, al mundo del turismo. Si así fuera se habrian habilitado algunos lugares, se buscaría un espacio y se mostraría tolerancia y aceptación para más de 20 millones de consumidores que hoy son borrados de un plumazo, sin preguntarles. Para los inválidos, que son una minoría verdaderamente pequeña, se hacen obligatorias las rampas, escaleras, elevadores, señales, espacios reservados en estacionamientos. y en mi vida he visto un inválido en silla de rueda por Insurgentes. Pero a 20 millones de fumadores, que pagan millones en impuestos, los desaparecen de un plumazo. Y obviamente, no van a desaparecer, ahí seguirán.

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