¿Y tú quien eres?

jueves, 1 de marzo de 2007

La segunda fue mágica

GD vino a visitarme a mi casita, desde la una hasta las 4 y media de la tarde. Es rico coger de día, dice ella, porque no se siente cansada ni le viene el sueño, como en la noche. Tenía un cabernet chileno para ofrecerle, pero finalmente tomamos te helado y jugos. En México está haciendo mucho calor, así que fue destapados, desnudos y transpirados. Una mezcla deliciosa. Llegó muy atildada, como acostumbra, y la conversación preliminar duró digamos 10 minutos, porque ya me había tomado mis 50 y nomás de acariciarla se me puso dura. Así que después de pasarme la mano por encima del pantalón, como para saludar, me mostró el camino a la recámara. Nos echamos dos sesiones larguísimas y creo que en conjunto habrá tenido unos 10 o 12 orgasmos (de los agudos pero repetitivos de, "sí, sí, toda, toda"; luego, como le le parece que los vecinos van a oírla jadear, se tapa con la almohada, mi chiquita esotérica; seguro que la oyen porque es muy escandalosa, y a mi me encanta).
Me vine dos veces, pero la segunda fue mágica. Me vino de muy atrás una especie de angustia, como un desconsuelo que encontrara salida, algo que empezaba triste y se iba iluminando a medida que salía. Ella lo notó, porque se me quedó viendo y me preguntaba una y otra vez si estaba bien. Creo que le pongo mucho esfuerzo a estas faenas, ya saben, y quizá me tenso en vez de disfrutar y relajarme. Es como si tuviera que cumplirle cinco minutos más; me agarra el miedo de que, si me relajo, se me va a bajar o me va a ganar la eyaculación. Una vez, un chico que conocí en el bar-antro El Barón, en Insurgentes (ya desaparecido) me dijo que para él, el amor era más una caricia y un gesto tierno que una sesión de gimnasia y acrobacias de alcoba. Fue de los pocos que llevé a dormir a mi casa de Mixcoac. Tengo que repensar eso del performance.
En otro momento estaba encima de ella, dale y dale, y le dije que lo que me gustaría sería que alguien estuviera trabajando mi culito. Ella dijo entonces, "una chica, sí", y yo dije "una chica, un chico, lo que sea, no pienso mirar para atrás". Y fue muy inquietante. De pronto se me ocurrió que ella éstaría puesta para un trío.
En la noche salí a cenar a Santa Fe con un amigo de la industria, con quien parece que tenemos algún clic a pesar de sus 30s. Hablamos de nuestras parejas, él dice que no sabe decidir entre casarse y seguír soltero; yo le digo que casarse no quiere decir dejar para siempre a todas las mujeres, y le cuento de mis aventuras, pero omitiendo a los varones. Por ahora, aunque ya dije mucho de mi open mind.
Es un chavo guapo, sensible, que come rapidísimo pero no bebe alcohol. He tenido una fantasía con él, en su departamento, hablando cosas frívolas y de calzoncillos. Me imagino proponiéndole que se pruebe alguna prenda sexy que tiene, que sí, que no, bueno, está bien. Y cuando está ahí parado, un poco sin saber qué hacer, le digo ahora baila como si fuera antro. Entonces saco un billete, todo en broma pero sospechoso, lo atraigo y le caigo suavemente hasta que me la meto a la boca. Rico, rico.

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