¿Y tú quien eres?

lunes, 13 de abril de 2009

Esta es una historia real, y se pueden reír

Ocurrió hace un par de semanas en el cuarto oscuro. La verdad es que estaba bastante emocionado con un chico bastante delgado y algo tímido, que traía una verga deliciosa, uncut, bastante larga pero sobre todo delgada, de esas que son ideales para gente de agujero estrecho y penoso, como el de quien suscribe. Hacía muchas semanas que no me metían nada, porque los últimos meses la estuve jugando de papito. Mucho sexo oral y nalgas ajenas, pero nada de alimento sólido. Y este chico me calentó. Yo estaba limpio pero no dilatado, creo que el error fue no prepararme para una velada completa.
El caso es que me lancé igual, a ver qué pasaba. Les aseguro que lo deseaba y que estaba bien caliente. Así que lo invité, le di un condón para que se lo pusiera, y abrí un lubricante para facilitar las cosas. Todo iba bien hasta que le di la espalda y traté de mostrarle el camino. Pero no lo encontraba.
Tengan en cuenta que todo esto ocurre con unas 10 personas alrededor, en un metro cuadrado, a oscuras y a sabiendas que todos están en lo suyo o atendiendo a lo nuestro. Como debe ser. Primero trate de dirigirlo con la mano, pero no se pudo. Luego él trató con la suya, y nomás no. En lugar de buscar con cuidado, parecía que me apuntaba con un arma y me trataba de ensartar. La técnica, digo, era muy mala, y creo que yo tampoco lo pude guiar.

Al final, a mí creo que me agarró la risa, ya se imaginan la estética, un hombre con los pantalones por el suelo, doblado entre un montón de gente, con su presunto amante que no acaba de atinarle al condenado agujero. Al final me dije que ya había sido suficiente, y que mejor lo dejábamos para la próxima, así que agarré al niño, creo que dijo ser Francisco, y lo seguí cachondeando un poco a mano hasta que encontré unas nalgas listas, con uno de esos agujeros abiertos y lubricados que parece podrian recibir un tanque de gas o lo que sea. No sé si acababa alguien de metérsela o cómo fue, pero ahí estaba como llegado del Cielo. No hice más que mostrarlos con las manos, uno a uno, y la verga que me había preparado con tanta saliva, junto con mi condón y mi lubricante, se fueron a meter a un culo ajeno, que ni siquiera supo de dónde le cayó el maná. Yo estaba igual de entretenido, así que acompañé a Francisco con la mano hasta que se vino dentro del cuate, y yo me vine con él, en un delicioso trío que me costó un condón. Lo cuento como homenaje y para entretenimiento de todos estos amigos míos, del vapor y la oscuridad, que seguramente han tenido incidentes igual de absurdos. Y prometo la próxima ir limpio, depilado, lubricado y dilatado, con una señal luminosa que diga "Aquí", y unas flechas reflejantes.
Y por ahora les mando un abrazo de oso.

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