¿Y tú quien eres?

jueves, 16 de abril de 2009

La justicia está en distribuir mejor la riqueza

queridos amigos. Esto no es sexo, sino política económica, pero me gusta compartir un artículo interesante de un economista mexicano. Lo copio textual del diario Reforma. Que lo disfruten.


¿Cuánto pagar?
Carlos Elizondo Mayer-Serra
Reforma, México, Df.,
16 Abr. 2009

En Estados Unidos el salario promedio de un alto ejecutivo equivale al de 400 salarios de obreros promedio. En los países nórdicos un alto ejecutivo gana lo equivalente a 51 salarios de un obrero promedio. En 1980 era sólo el de nueve obreros. ¿Qué es lo justo?Una respuesta es invocar al mercado. Se paga más a lo que vale más. Sin embargo, la gran diferencia entre Estados Unidos y los países nórdicos parece indicar que hay algo más que las ineludibles fuerzas del mercado. Importa qué es políticamente tolerable. Un primer filtro son los consejos de administración, donde se fijan los salarios de los altos ejecutivos de las principales empresas en los países desarrollados. En Alemania suelen participar los representantes de los trabajadores, esto ha limitado cuánto pagar a los ejecutivos. En Francia ha sido un tema que fácilmente termina en los periódicos, lo cual sirve como freno. En Suecia cualquier ciudadano puede revisar la declaración fiscal de quien se le antoje. Esto, además de hacer más difícil la evasión, ya que tu vecino envidioso seguro sabe mejor cuánto ganas que la autoridad hacendaria, impone una presión social fuerte a quienes reciben grandes salarios. En Estados Unidos hasta hace poco no importaba mucho cuánto ganaban los altos ejecutivos. Se veía como el justo premio a su esfuerzo.Con la crisis y la intervención de dinero público en Estados Unidos se les está pidiendo a los ejecutivos, sobre todo de las rescatadas, menores ingresos. Si estos ingresos quedan por debajo de los que paga el mercado, la gente se irá. La evidencia anecdótica muestra que ya está pasando en algunas de las grandes firmas financieras. Sin embargo, no queda claro aún si en el mercado hay todas las oportunidades que hace poco había y si podrán mantener sus antiguos salarios en otros trabajos.El gran igualador de los salarios son los impuestos. A principios de los años setenta países tan distintos como el Reino Unido y Japón tenían tasas de Impuesto Sobre la Renta para los ingresos más elevados del 90 por ciento. Esa misma tasa y retroactiva se pensó utilizar en la Cámara de Diputados de Estados Unidos para gravar a quienes habían recibido bonos en la aseguradora rescatada AIG. Con esas tasas, el esfuerzo de quienes más ganan cae, y con ello el bienestar de todos, pero sin duda cae también la desigualdad. Ésta creció en las últimas dos décadas en casi todos los lugares del mundo.Si el tema es complicado en los salarios del sector privado, lo es más en el público. Quienes laboran en el gobierno existen, en principio, para darles servicio a los ciudadanos. Sería absurdo que ganaran más que los ciudadanos en condiciones equivalentes.En México el tema se ha centrado en los salarios de los altos funcionarios. Reforma publicó hace dos días que en el equipo de la magistrada presidenta del Trife se gana mensualmente unos 195 mil pesos, seguramente más de lo que se paga por ese trabajo en el mercado. Como comparación, Agustín Carstens, secretario de Hacienda, percibe mensualmente 151 mil 49 pesos. Una reforma constitucional aprobada en la Cámara de Diputados pretende limitar el ingreso al del Presidente. Pero la rigidez de esta reforma es riesgosa. Carstens hoy ya gana menos que su equivalente en el sector privado y si él y su equipo fueran improvisados le costará mucho al país.La inequidad más costosa para el erario se da a lo largo de todo el escalafón. Por ejemplo, los maestros que trabajan para el gobierno ganan más que sus contrapartes privadas, amén de tener muchas mejores prestaciones, incluida pensión a edad más joven. Por eso no suelen dejar la plaza una vez que la adquieren. En el mercado privado no encontrarían nada equivalente. No sólo ganan más los trabajadores del gobierno de base que en el mundo privado, tienen mayor seguridad en el empleo.En crisis pasadas las inflaciones de más de 100 por ciento erosionaban los sueldos de todos los que retenían su trabajo, incluidos los trabajadores del gobierno. Éstos ahora logran aumentos salariales. Es un costo distributivo de tener una inflación baja, paradójicamente.En muchos países se les está pidiendo a todos los trabajadores del sector público una disminución salarial pues quienes laboran en el mundo privado se están quedando sin empleo o bajando su ingreso. En México no sólo habría que pedirles el sacrificio correspondiente. Habría que empezar por exigirles que hagan un trabajo de mayor calidad y esfuerzo, como el que se suele exigir en el mundo privado.

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