¿Y tú quien eres?

martes, 24 de noviembre de 2009

Este homenaje I

Este es un homenaje a los pacíficos, a los tolerantes, a los pacientes, a los que nunca pierden los estribos, a los que sonríen en medio de los peores escándalos, a los que nunca rechinan los dientes, a los que jamás patean las puertas o avientan cosas, a los que pueden sacar fuerzas del desorden, del ruido, de los berrinches de los niños, de la visita de los amigos, de la presencia de gente extraña en casa. Es un homenaje a los que pueden vivir sin silencio, sin privacía, sin el orden riguroso de encontrar todas las cosas donde las dejamos cuatro días atrás; a los que sobreviven y encuentran la forma de hacer algo útil aunque sus hijos los interrumpan cada cinco minutos para alguna tarea escolar o simplemente por molestar, por resultar graciosos, por celos. Y es un homenaje a los hombres buenos, a los que aman a los demás aunque no deseen acostarse con ellos, a los seres de buenos sentimientos que hacen un paraíso de este dichoso e intranquilo Valle de Lágrimas
1985

No se asusten, muchachos, amigos. Quizá no lo saben todos, pero llevo un diario personal desde hace unos 30 años, aunque no escribo todos los días, claro. Igual se han juntado como unas 10 libretas y cuadernos de diferente tipo, con muchas notas, proyectos, poesías elementales, noticias y recuerdos. En una época me dio por escribir homenajes, es decir unos pequeños textos como estos que publico, y que escribía en toda una hoja, pero dejando huecos en el centro y cortando las líneas para que se fuera formando una especie de figura o dibujo, nada intencional. Era una forma de entretenerme, pero también de mostrar mis estados de ánimo, mis frustraciones, alguno que otro momento especial. Ahora bajé el cuaderno de 1985 y 86, y como suele ocurrir, el diario es sobre todo cuento de pesares y problemas, porque cuando uno está ocupado, feliz y de buenas, no tiene mucho interés en sentarse en la cama a escribir 10 o 20 minutos antes de dormir. Por eso quienes algún día lean mi diario dirán que siempre estaba molesto y en la queja, lo cual no es toda la realidad. Que conste.
Y sí, en aquellos años yo tenía una casa que en forma muy frecuente, en vacaciones y lso fines de semana, sobre todo, se llenaba de amigos, de visitas, de gente que apenas conocía. Nosotros vivimos muchos años en una casa en las afueras, con jardín y mucho espacio. En ocasiones dormían cinco o seis por ahí desparramados, en las recámaras, en la sala, éramos jóvenes y siempre fuimos muy informales. Todavía se conservan aquí colchonetas y sobre todo muchas cobijas y frazadas, que es todo lo que se necesita en esos casos. Los últimos años las usaron mis hijos ya grande y con sus amigos. A veces era divertido, a veces estaba yo furioso.

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